LA CONQUISTA DEL REINO NAZARÍ Y LA INCORPORACIÓN DEL
REINO DE NAVARRA
La conquista
de Granada (1482-1492) supuso la incorporación a Castilla del último
territorio musulmán en la Península. En
la frontera habían surgido numerosos conflictos, a pesar de que Granada era
vasalla de Castilla y pagaba tributos; la toma de Zahara precipitó el
conflicto. Los reyes Católicos canalizaron el belicismo nobiliar y
revitalizaron el espíritu de conquista a través de esta guerra. Este conflicto,
en el que participó la Santa Hermandad, fue una guerra de asedios donde
se aprovecharon las luchas internas del Reino Nazarí. En
1492 se tomó la Alhambra y el rey Boabdil emigró a Marruecos. Hubo capitulaciones
con los vencidos, excepto con Málaga por su resistencia. Las capitulaciones
fueron muy tolerantes: los vencidos podían vender sus pertenencias y marcharse a
Marruecos o quedarse y seguir practicando su religión. Hernando de Talavera buscó una solución pacífica atrayendo a los
mudéjares a través de la persuasión y el
respeto. Esta política va a cambiar con el cardenal Cisneros que,
impaciente de rápidos resultados, viola las capitulaciones y los fuerza a la conversión con el
beneplácito real. En respuesta, estallaron revueltas que fueron reprimidas, se obligó
a los musulmanes a la conversión o el exilio; la mayoría accede, aunque
practicaron la religión islámica en secreto. De esta forma, los mudéjares se
convierten en moriscos. Tras la muerte de Isabel I, Fernando II
ocupa militarmente el reino de Navarra
y lo anexiona a Castilla respetando sus fueros e instituciones.
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